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Retratos

por Sebastián Vidal Mackinson

 

 

    El género retrato ha acompañado a la historia de la humanidad desde sus propios inicios. Esencialmente, la práctica del retrato cuenta con dos presupuestos: a partir del aspecto externo del sujeto retratado se pretende un acercamiento a su mundo interno (emociones, sentimientos, carácter), a su vez, esa búsqueda de definición del sujeto retratado funciona como una fuente de autoafirmación del artista, ya sea a partir de la mirada, por medio del diálogo y la negociación frente al objeto externo, o simplemente, mediante la diferencia que establece uno frente a ese otro. 



    Asi, desde la práctica del autorretrato de Darío Aguilar emerge el problema de cómo entrar en contacto con ese otro que es uno mismo. En este sentido, surgen varias soluciones: acercarse  a partir de lo estético, de la  revisión emocional o del uso que se le podría otorgar, sumergirse dentro del universo interno, o distanciarse para documentar objetivamente. La estrategia implementada supone un acercamiento y su consabido diálogo basado en experiencias diversas que luego serán volcadas en la obra. De esta manera, el retrato y el autorretrato funcionan como una puesta en escena de uno mismo, en tanto es desde la propia subjetividad donde se construye la imagen de otro. Las obras que presenta Darío Aguilar nos adentra en la mirada personal del artista en relación con su misma imagen percibida. El resultado esta traspasado por la aceptación emocional en cada una de las obras, demostrando que a partir de un mismo objeto de observación, los modos de actuación pueden llegar a ser diferentes.

 

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